Otra forma de concebir

Mi nombre es Lucio, Lucio de
Cirene, como el que aparece en la Biblia, uno de aquellos que acompañaban a
Pablo en su caminar predicando el Evangelio de Jesucristo, estableciendo el
otro imperio, ahí en donde Alejandro de Macedonia  levantó Alejandría, pero ahora el Imperio de
Jesucristo.

No sólo fui concebido como
producto del amor de una pareja, mis padres, dentro de un matrimonio de otrora
época, sino nacido de la fusión de sus creatividades respectivas, de sus
pasiones enlazadas y detrás de ellos, desde los sueños y propósitos de Dios.

Cuando Dios pensó en mí,
consideró la necesidad de darme padres para que fuera concebido y luego traído
al mundo en forma de ser humano, de ahí que les dio vida a ellos, mi padre
primero y mi madre después, porque hoy en día, cuando mi madre ha rebasado los
81 años, él cumple justo hoy cuarenta de haber fallecido, justo el día del
padre, para que no lo olvidara por diversas razones, y porque fue la manera de
dar paso a esa transición de lo que posteriormente vendría.

Mis padres nacieron y Dios
los acercó, el uno a la otra, y de esa relación surgí yo, primero de mi padre,
con su herencia: la pasión y amor por los libros, el conocimiento, la historia,
el filosofar del hombre y de ella, quien de pequeños nos sentaba a su
alrededor, en el piso, ocho de familia, y nos narraba incansable los cuentos de
las mil y una noches, sobre todo alí babá y los cuarenta ladrones, con los cual
se despertó mi imaginación y luego, el mismo amor por los libros.

Soy Lucio, producto de la
pasión y creación de mis padres, de su amor por los libros y de su creatividad,
lo cual implicó llevar en mi interior, alma y espíritu, esos dos dones,
característica de un autor de historias, cuya encomienda había que ser
multiplicada, como en la parábola de los talentos, narrada por Jesús en su
Evangelio, dando fe que es verídica la historia.

El amor por los libros y la
imaginación, fueron armas sepultadas en la tierra llana de aquel valle de
Mastonde, donde sembrada arrojó frutos desde la primera infancia, porque el
segundo nacimiento, hacia la vida espiritual, llegaría cuarenta y dos años
después, para generar los frutos que se complementaron con las experiencias
vividas, historias de enseñanza, donde abrevar las siguientes generaciones, mi
descendencia.

Primero fueron las letras,
palabra fiel y verdadera, palabra de poder, escrita, dicha a grande voz para
inundar el espacio. Literatura, el conocimiento del lenguaje, las formas de la
expresión que llevan esperanza y vida, renacimiento constante, realidad
aplastante, observación, entorno, el mundo visto con otros ojos para
explicarles a los ciegos, que es hermoso lo que hay allá afuera, y que a todos
nos pertenece.

Amor por los libros e
imaginación es la base, fusión, de cuerpos, las letras el primer don que se
vuelve dos, y se multiplica en forma progresiva, la facilidad del lenguaje
apresta el acercamiento al periodismo, las primeras publicaciones, los primeros
reconocimientos, el valor en crecimiento ante los ojos de los demás, que deben
desear esas características y valorar lo que se tiene, lo que se puede hacer,
lo que se anhela, lo que para otros se convierte en envidia.

Literatura y periodismo, una
nueva fusión, el renombre es prestigio y es la ampliación de los géneros con
los que se manejan la imaginación del hombre, esa universalidad de hacerlo
todo, porque no hay barreras ni impedimentos, salvo aquél que desee frenarse a
sí mismo, letras son poemas, cuentos, relatos, novelas, narraciones, ensayos,
dramaturgia, la fusión multiplicada porque nada frena al hombre, creció con
alas y se ejercita en su dominio.

Periodismo es relaciones
públicas, conocidos los mundos de un extremo al otro, todos los estratos
sociales, del poderoso al empresario, del político al indigente, del productor
al miserable, del ama de casa al bario popular, todas las ideas, todas las
índoles de expresión que son noticia, entrevista, diálogos, crónicas, vida,
mundo, ensayo, reportaje, investigación, adquirir conocimiento, anhelarlo todo,
amarlo todo.

El arte no se despega en
ambos casos y hay que sumar el congelar el presente que se va quedando atrás,
plasmado en imágenes del tiempo, fragmentos que nos regresan del hoy al ayer,
años y años acumulados de lo que vuelve a ser presente, con vigencia, porque el
recuerdo está fresco, y vivo en la memoria.

La fotografía es un arte de
atrapar sueños de ayer, de hoy, para que permanezca por la eternidad, arte es
color, sombras, tonalidades diversas que hacen del presente lo eterno, antes
que lo efímero y lo casual como lo valioso de captar ese instante que ya jamás
se borra.

Amor por los libros y
creatividad son literatura y periodismo, son fotografía, son el crecimiento y
multiplicación de los dones y a las relaciones públicas se integra el manejo de
campañas políticas, el conocimiento del entorno, el análisis de realidades que
se plasman en forma de hacer que todo sea distinto, orientación de un mundo
caótico a lo que hay en nuestros sueños, como el ser mejores.

Asumir la función de Moisés
que es el vínculo entre la Palabra de Dios y su pueblo, es el mismo equivalente
a la comunicación humana, los medios informativos, el ser interlocutor de la
autoridad hacia el resto del pueblo, es valor y es experiencia que sólo traen
los años y la confianza de hacer de un oficio una profesión, en apego a lo
valioso que tiene el ser humano, que es el respeto por los demás, saber donde
termina el derecho propio para dar paso al derecho de los demás, el respeto en
ambos casos.

En la parábola de los
talentos, un hombre da a un siervo cinco talentos y a otro tres y a un tercero
sólo uno, pero los dos primeros deben tener la capacidad adecuada para
multiplicarlos al 100 por ciento, porque sólo ellos lo consiguen y el tercero,
se remite al exterior, donde es el crujir de dientes y el calor eterno, la
nada, la inexistencia.

Análisis del entorno, manejo
de imágenes, de personas, de figuras, lo que se puede hacer con el poder de la
palabra. Veintiséis años han transcurrido desde que yo, Lucio, he caminado en
estas dos actividades y se han multiplicado los dones, los talentos, y ello
implica que el dar cuentas al Creador, llegado su debido tiempo, hará que esto
sea favorable.

El reconocimiento al quién
soy y a quién me debo, lleva implícita la interrogante de qué espera el creador
de mí, qué desea, qué más hay por hacer y como invertirlo todo, a fin de que
siga multiplicándose, para que los frutos sean así, inmensos y los graneros,
mis lagares, se encuentren siempre llenos.

Hace cuarenta años aquél
hombre del cual fui concebido, me dejó para dar paso a mi Padre eterno, de
manera tal que nunca fui abandonado, porque surgido de los sueños de Dios, era
preciso que mi padre natural menguara para que mi Dios creciera en mí, y
pudieran concretarse sus sueños en mi persona.

Si mi padre terrenal no hubiera
fallecido, viviríamos en el mismo pueblo, es posible que hubiésemos emigrado
como él lo hacia durante la mayor parte del año al extranjero, o con él ahí
presente, todos habríamos concluido acaso una carrera y en ejercicio de esa
profesión, mi esposa sería otra y mis hijos otros, mi nuera sería otra,. Mi
nieto actual sería otro, mi esposa diferente, otra, distinta.

Si mi padre existiera no
sería el que soy ni mi familia sería la que es, la que amo, mi padre viviría y
me habría inculcado su fe y religión que me alejaría de Dios y yo no sabría
nada de él sino a la manera de mi padre, en la oscuridad o engaño de los ídolos
mudos, ciegos y sordos, sería otro, ajeno a mí, y ajeno a los planes de Dios.

Si mi padre viviera sería un
equivalente a la obediencia de Adán que no pecó, que no murió, que fue eterno y
no habría generaciones del pasado ni del pecado, no habría venido Jesús al
mundo ni sería condenado y muerto en la cruz, ninguno de nosotros existiríamos
ni habría razón de ser, sino el mismo paraíso del cual no tendríamos como ahora
conocimiento o referencia alguna, en sí, Lucio de Cirene no existiría, porque
no hubo razones para su existencia.

 

Irapuato, Gto. 19 de Junio
2011.

 

Published in: on 20 junio, 2011 at 1:39  Deja un comentario